Texto base: Génesis 2:19-23

19 Jehová Dios formó, pues, de la tierra toda bestia del campo y toda ave de los cielos, y las trajo a Adán para que viese cómo las había de llamar; y todo lo que Adán llamó a los animales vivientes, ese es su nombre. 20 Y puso Adán nombre a toda bestia y ave de los cielos y a todo ganado del campo; mas para Adán no se halló ayuda idónea para él. 21 Entonces Jehová Dios hizo caer sueño profundo sobre Adán, y mientras este dormía, tomó una de sus costillas, y cerró la carne en su lugar. 22 Y de la costilla que Jehová Dios tomó del hombre, hizo una mujer, y la trajo al hombre. 23 Dijo entonces Adán: Esto es ahora hueso de mis huesos y carne de mi carne; esta será llamada Varona, porque del varón fue tomada.

INTRODUCCIÓN

Dios decide pasar cada animal frente a Adán para que él les pusiese nombre.
(Broma: Es interesante cómo el perro parece tener cara de perro y la jirafa cara de jirafa).
Dos propósitos de esta acción divina:

  1. Dar nombres a los animales.
  2. Encontrar una ayuda idónea para Adán, es decir, alguien conforme a su imagen y semejanza.

(Broma: Primero llegó la mona, saltando alegremente, pero no tocó el corazón de Adán. Luego vino la jirafa, con su largo cuello y pasos elegantes, pero tampoco fue la indicada).

La verdadera sorpresa vino cuando Dios creó a la mujer a partir del propio hombre y se la presentó a Adán, quien exclamó:
¡Esta sí! Es carne de mi carne, hueso de mis huesos.”

Aquí encontramos la clave de este mensaje:
Somos semejantes. Esta revelación de Adán abrió la puerta a las relaciones humanas, lo que es esencial tanto para la familia como para la iglesia.

TRANSICIÓN: La sabiduría de Salomón

Miles de años después de las palabras de Adán, aparece un hombre a quien Dios le otorgó gran sabiduría: Salomón.
Él dijo en Proverbios 27:17:

“El hierro se afila con el hierro, y el hombre en el trato con el hombre.”

Parece que Salomón entendió lo mismo que Adán: las relaciones humanas son clave para afilar y mejorar nuestras vidas.

DESARROLLO

  1. Todos nosotros venimos del mismo material
  • Génesis 2:7 nos recuerda que fuimos formados del polvo y transformados en carne.
    Ejemplo: La locura de los monjes.
    Algunos monjes buscaron solucionar los problemas sociales viviendo aislados, pero fracasaron, volviéndose rígidos e intolerantes hacia las ideas ajenas.
    Contraste: La sabiduría de Jesú
    Jesús, en lugar de aislarse, se entregó a sus discípulos. En la última cena, tomó pan y vino, diciendo:
    “Este es mi cuerpo partido, esta es mi sangre derramada; tomad y comed, tomad y bebed.”
    Jesús compartió su vida, mostrando que la verdadera comunión y transformación ocurren en las relaciones, no en el aislamiento.

  1. Evitar y enfrentar conflictos con sabiduría
  • Evitar conflictos no es la solució
    Si huimos de los conflictos, nunca alcanzaremos los propósitos de Dios en nuestra vida.
    Ejemplo de las parejas:
    Muchas relaciones se rompen no por el conflicto en sí, sino porque no saben cómo enfrentarlo. Los conflictos, manejados con sabiduría, pueden unir más que dividir.
    Jesús y el conflicto:
    Mateo 10:34-36 dice:
    “No penséis que he venido para traer paz a la tierra; no he venido para traer paz, sino espada. Porque he venido para poner en disensión al hombre contra su padre, a la hija contra su madre.”

    Jesús reconoció que el conflicto es parte de la vida, pero es necesario para unirnos bajo un solo propósito: seguirle a Él.
  1. Perseguir el afilado: El propósito de los conflictos

Proverbios 27:17: El hierro se afila con el hierro, así como las personas se afilan entre sí.
Demostración: Un cuchillo y un trozo de hierro.
El cuchillo es inútil si no se afila; nuestra vida también requiere un proceso continuo de afilado a través de las relaciones. El conflicto, bien manejado, afila nuestras vidas.
Ejemplo de los discípulos:
En Marcos 9:33-35, los discípulos discutían quién sería el mayor entre ellos.
Jesús les explicó que el verdadero liderazgo y grandeza se alcanzan sirviendo a los demás, no evitando el conflicto, sino superándolo con humildad.

CONCLUSIÓN

Para vivir bien en el servicio a Dios, necesitamos mantener una actitud de sobriedad constante. Los conflictos y enfados pueden desviarnos, pero, bien manejados, nos ayudan a crecer.
1 Pedro 4:7-11 nos anima a mantenernos sobrios, orar, y sobre todo, amarnos intensamente, porque:

“El amor cubrirá multitud de pecados.”

Los conflictos no son para destruirnos, sino para afilarnos y crecer en el propósito de Dios.

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